Fresas, tarta de queso y poesía
Hoy he estado a punto de llamarte. He llegado al borde del acantilado de mi rutina y he estado a punto de saltar. Y llamarte. Últimamente te encuentro en todos mis hasta luego, en las veces que se entrelaza la luz del sol en mis dedos, en la brisa que se levanta justo cuando empieza a anochecer. En las hojas secas que caen del almendro de mi jardín. En la melodía repetitiva de un despertador siempre demasiado lejos como para alcanzarlo con la mano, obligándome a despertar, obligándome a ponerme en pie y empezar el día. O lo que sea que se supone que debo empezar. Los días han pasado súper rápido este mes. Me he sentido perdida y he terminado econtrándome justo en los últimos posos del café. Serena, oscura y fría. Anhelante. A veces he tenido la sensación de que todo el mundo avanzaba menos yo. Que al final termino siempre anclada en este sitio, como si tuviera una piedra atada a unos grilletes estrangulándome el tobillo. Y que por más que lo intentara iba a ser en van...