Junio, tostadas con queso y un poco de vino tinto
Hoy estoy tristísima.
He abierto la caja de pandora, la caja en la que todas las puertas permanecían cerradas, por precaución. He vuelto a mirar de frente a lo feo de la vida y me he quedado vacía.
Tristísima. Perenne.
De todas aquellas cosas de las que pude arrepentirme elegí seguir adelante. Sin tener mucha idea de qué tenía que hacer realmente, me dejaba llevar. Y llegué a muchos sitios, llegué a muchas playas y muchos acantilados y llegué a muchas casas y muchos salones y terminé pensando que había llegado al sitio al que pertenecía. A la familiaridad de una cálida cama, suave y mullida como un abrazo a alguien que hace mucho tiempo echas de menos.
Después de un tiempo miro de nuevo, como si fuera una película, miro de nuevo y me doy cuenta que era yo. Todo era yo. Si la cama era mullida y cálida era por mi. Si la playa era agradable y la recordaba con nostalgia era por mi. Si el acantilado era precioso a pesar del vértigo, era por mi. Y al final la única conclusión después de todo es que no llegué a pertenecer a ningún sitio, por mucho que lo intenté.
No sé si el objetivo final de la vida es marcharse de los lugares sin dejar huella o esforzarse en ser alguien a quien recordar. Aunque sea mínimamente. Me duele un poco las expectativas que todo esto pueda llegar a generar.
No sé realmente a dónde llegará todo esto que tengo dentro. No sé si al final tendré que hacer algo con ello o es mejor encerrarlo tras una puerta y meterlo en la caja solo para poder abrirlo años después y decir "ah, es que realmente todo esto... era yo"
Lo único que sé ahora es que la ausencia de ciertas cosas es dolorosa. El recuerdo de tantas otras pica. La añoranza y el anhelo quema y que siento que mi tiempo es limitado y no tengo tanta libertad como para quedarme sintiendo todo ello en su plenitud. No puedo pararme a sentir todo esto como me gustaría. Y en parte eso duele también, porque necesito tiempo para procesar que ciertas cosas ya no están, que ciertas costumbres se han perdido para siempre y que ciertos ciclos hay que cerrarlos. Que no se gana nada permaneciendo únicamente para seguir alimentando algo que no va a llegar a ningún lado. Que es mejor despedirse ahora que es pronto, ahora que el dolor no es tan intenso, ahora que es "fácil" dar la vuelta.
Y no sé, al final el día se resume en soñar. Soñar con todas esas cosas que podrían ser mejor. Soñar que compartimos una última copa de vino y te doy un beso en la mejilla y te digo que te quise y nos damos la vuelta y nos decimos hasta nunca fue un placer soñar contigo.
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